…si lo que es más preciado se esconde y lo más vil se deja expuesto,
¿acaso no es evidente que la sabiduría que se prohíbe ocultar es más vil que la locura que se manda esconder?
Erasmo, Elogio de la Locura

21 mar 2010

Buenos Aires 1932

Veníamos preguntándonos con Batu cómo somos realmente ¿como nos ven o como nosotros mismos nos vemos? De hecho, ¿puede uno verse a sí mismo?

Es curioso que en momento tan oportuno mi madre me haya reenviado este corto de la Metro Goldwin Mayer sobre Buenos Aires en 1932. Más allá de las imágenes que testimonian cómo era la ciudad en ese entonces, sin duda la presentación está teñida por los presupuestos bastante románticos y poco precisos de los  realizadores. Como la famosa escena de Rodolfo Valentino bailando un tango vestido de gaucho y con sombrero español, aquí también se mezclan representaciones de varios pueblos de origen hispano; especialmente en la música. También podría decirse que las imágenes sólo muestran la parte brillante de la ciudad y su gente, mientras nada vemos de la otra realidad mucho más sufrida y menos agradable de la Argentina del '30. Aunque parece algo extemporáneo reclamarle tanta realidad social a un corto turístico y publicitario como éste.



Hace poco tuve que hacer de guía turística en mi ciudad, aunque la verdad sea dicha, no llegué a lucirme mucho en mi labor... (no creo que vuelvan a contratarme), pero me sirvió para obligarme a mirar Buenos Aires con otros ojos. Y por supuesto, esa mirada se fijaba en muchos de los lugares que aquí se presentan. Bien típicos de Buenos Aires tanto ahora como entonces.

La Costanera Sur, comienzo del recorrido, que en el 30 todavía era un balneario y donde ya estaba emplazada la impresionante fuente hecha por Lola Mora.

El monumento de los españoles donde se cruzan las avenidas del Libertador y Sarmiento, en medio de los Bosques de Palermo, mi imagen preferida de la ciudad.

El Tigre, lugar de recreo muy de moda por el 30 y que en los últimos tiempos ha recuperado parte de su esplendor.

Quizás lo que más curioso me resulta sea ver el Hipódromo de Palermo tal como lo muestran aquí. En uno de sus edificios, hace años remodelados y con sus gradas cerradas con vidrios, hicimos nuestra fiesta de casamiento. Eso sí, nunca había oído nada de aquella prohibición de salir sin saco a la calle.

Y luego otras curiosidades que se han perdido en todas partes como los vendedores de leche con vaca a cuestas y el "placer" tan poco higiénico de tomar la leche directamente de la vaca... O los policías que hacían de semáforos y la calle Florida cuando todavía no era peatonal, como siempre la conocimos.

¿Y qué decir de aquel hombre, Benito, que coloreaba las palomas para hacerlas más alegres? De nuevo la pregunta ¿se es para el otro o para uno? porque dudo que las palomas se sintieran más alegres con la intervención artística, pero alegrarían a los que las miraban con sus nuevos colores.

En fin, nos quedamos con su imagen y con la certeza de que Buenos Aires parece haber dado siempre lugar a todo tipo de locuras.

4 comentarios:

AJP Crown dijo...

So that's the kind of crazy thing, Benito and his pigeons. I wonder what kind of paint he used, watercolour? I can't think they liked it much, but it's an interesting idea.

I love the Hippodrome and the idea of social events at the track. They have that in England too, but I think it's more fun and less wet in Buenos Aires.

Julia dijo...

It's nice to have you here, AJP!

Yes, it's an iteresting idea what Benito used to do, but don't try it at home...
Buenos Aires's elites have always wanted to have something like Ascot, that's for sure.

Aa dijo...

Benito parece salido de la "Balada para un loco" o será que la balada se inspiró en Benito. En cualquier caso estamos faltos de benitos.

Julia dijo...

Es verdad! Qué buena conexión! Más de treinta años los separan (el tango de Piazzola es de fines de los 60) pero el espíritu es el mismo. Gracias por la inspiración.