Para los obsesivos irredentos sería una bendición poder curarse de sus manías de modos tan mecánicos como ilustraba el Bosco en La extracción de la piedra de la locura.
Una exploración craneal, el hallazgo del problema y finalmente su extracción...
Del mismo modo podrían incorporarse saberes, mejoras y actualizaciones en la programación mental cuando el carácter de uno ha quedado obsoleto y ya no es compatible con el medio en el que vive.
¡Sería el paraíso!
¿Falta de esfuerzo? ¿Debilidad de carácter? Puede ser.
¡Pero cómo nos gustaría poder abrirnos la cabeza y tomar con dos dedos eso que no nos deja vivir en paz y patearlo lejos, lejos, a miles de kilómetros de distancia!
(Sólo pediría un poco más de asepsia, eso sí... O tal vez manía de la higiene sea otra de las piedras que debería extraerme de la cabeza.)
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