Si alguien hace XX años (no son números romanos, es una cantidad indeterminada que se deja en blanco por pudor) digo, si alguien me hubiera dicho entonces que Paul McCartney iba a estar hoy, 9 de noviembre de 2010, en Buenos Aires y yo permanecería indiferente, jamás de los jamases le hubiera creído.
Pero lo raro es que así es. No leí ninguna de las notas sobre él, no miré nada en la tele. Y especialmente no iré, ni pienso ir a sus conciertos. Por más que mi amiga Vicky siga sin poder creer que va a ir sola. Me ofrecieron incluso regalarme la entrada -que no es barata y gente cercana sabe de mi espíritu genovés-. Pero no, no tengo ganas de verlo. ¿Para qué?
Lo adoraba cuando yo era adolescente, por más que adoraba un Paul McCartney pasado, porque siempre me gustó más en los sesenta y yo fui adolescente en los 80. Era una cosa extraña ya de por sí. Un enamoramiento por túnel del tiempo.
Pero ahora ¡ahora! No, prefiero no verlo. Hay gente que envejece bien. O géneros musicales que permiten el añejamiento. El pop de Paul McCartney no es uno de ellos para mí.
¡Qué horror! No puedo creer lo que acabo de escribir. ¿Critiqué a Paul McCartney con las armas de sus eternos enemigos? Está probado: no soy confiable, ni fiel, ni logro dejar de ver los defectos en nadie.
Sea como sea, esto es muy extraño. Es la prueba fehaciente, no sólo de la variación en mis lealtades y cariños, sino de cómo cambia uno con el tiempo. Si por algún artilugio científico o mágico o milagroso, me fuera permitido verme a mí ahora en el 2010 desde los ojos de mí misma cuando tenía 16, diría que enloquecí o que soy otra persona.
Bueno, las dos opciones son ciertas, en realidad.
Para resarcirme y hacerme dudar de todo lo dicho, una de mis canciones preferidas. Una versión previa a la definitiva. En estudio con pruebas, dudas y George Martin apareciendo al final. ¿Qué hubiera sido de mí con Youtube cuando era adolescente? Obsesión absoluta, seguro.
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Para resarcirme y hacerme dudar de todo lo dicho, una de mis canciones preferidas. Una versión previa a la definitiva. En estudio con pruebas, dudas y George Martin apareciendo al final. ¿Qué hubiera sido de mí con Youtube cuando era adolescente? Obsesión absoluta, seguro.
¿Conseguiré entradas todavía?
Para el túnel del tiempo, digo, para estar en Abbey Road un día ventoso mirando hacia los tejados, por ejemplo.
11 comentarios:
Y sin embargo su foto sigue pegada en la ventana de tu cuarto. (Tu ex cuarto, debo aclarar). No puedo creer que no vas ni siquiera a intentar ir a escucharlo.
jajaja, cuando vi anunciado un comentario tuyo sabía que vendría por el lado de la foto!
Debo decir que es más señal de dejadez que de lealtad ¿cuántos años tu hijo usó ese cuarto sin sacarla?
Pueden sacarla cuando quieran (jeje: lo primero que se me vino a la cabeza fue el gesto de Kirchner ordenando retirar el retrato de Videla... :-0!) mejor lo haré yo misma la próxima vez que vaya.
¡Se tiñe el pelo! ¿Cómo puedo seguir respetándolo? Me quedo mejor con sus recuerdos...
Ah, Julia, the Time Tunnel has a terrifying way of always leading us into the too-bright light of the present... in which our attachments of the past often seem to lose much of their lustre.
How cruel, Time...
Siempre el tiempo es el asunto.
Muy perspicaz, Tom!
Cruel, indeed!!
You would think that someone as rich as Paul could find a better brand of hair dye. His daughter is a fashion designer, can't she do anything with him? Tom Jones looks much better now he's showing his grey hair.
Exactly, AJP, I think exactly the same. We -the daughters- can love our dads very much but we also see their fouls; and we are the best fashion consultants for them, I believe. Something strange must be happening in Paul and Stella's relationship...
Maybe he's like Rupert Murdoch. His daughter says he dyes his hair black in his bathroom sink at home so that nobody else will know he does it. I think the secret of a good job is to put in streaks and, for men over twenty, don't use any red.
For men, I prefer no dyes, please.
Grey hair looks great, and I also love bald men. I never understood all the fuss made by some men for going bald. It's all a matter of attitude. Look at Sean Connery!
Poor Rupert Murdoch, given away by his own daughter...
There ought to be some sort of luxury tax on giving away Rupert Murdochs.
jajaja, Tom, yes you may be right!
Some bald women look good too. Not everybody looks good bald, it depends a lot on the shape of your head.
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