Luego de mi primera clase de trasnoche en la facultad (para mí dar clases de 21 a 23 es la trasnoche), llegué a casa y me encontré una instalación. Mi marido es un artista aunque se dedique a otras cosas.
Más allá del gesto amoroso de esperarme con la comida lista (el menú tan primoroso de hamburguesas con ensalada lo había planeado yo), la instalación milimétricamente cuidada llamaba la atención.* Y movía a la risa.
Un chiste interno que me retrotrajo más de veinte años atrás.
En la casa de una amiga nuestra ponían la mesa para la noche a las 6 de la tarde. Tener la mesa lista desde antes puede no ser tan extraño (para gente mucho más ordenada que yo, claro) pero lo asombroso es que dejaban los platos servidos y calentaban después la comida en el microondas... ¡Hamburguesas hechas tres horas antes y recalentadas! Por propia elección y para ser más eficientes, no por dar clases hasta las 11 de la noche. Juro que lo he visto yo con mis propios ojos: hamburguesas frías sobre platos fríos en mitad de la tarde. Si es que estos ojos son los mismos que tenía hace más de veinte años. Que tal vez, no.
* Lo que todavía no sé es por qué habrá pensado el artista que iba a querer comer con una foto mía presidiendo la mesa. Misterios del arte, que tiene principio para las preguntas pero no final para las respuestas.