Ya sabemos que la Argentina es un "crisol de razas", nos lo dicen desde chiquitos en la escuela. Un crisol que a veces fundió por demás y olvidó sutilezas, pero que al fin y al cabo tal vez fuera necesario para crear una nación en pocos años. No por saberlo deja, de todas formas, de sorprendernos esa mezcla curiosa que encontramos a cada paso.
En las últimas década, quizás como resitencia a la globalización y a estas ventajas que muchos encontraron en acordarse de los pueblos de sus abuelos para conseguir la añorada ciudadanía europea (que más de un caso es cipayismo puro y duro), se ha renovado la conciencia de pertenecer a una comunidad previa a la argentinidad.
Una clara muestra de esto lo descubrimos el sábado pasado paseando por el río Luján y llegando al Tigre más rápido que nunca en el Inquieto (el velero de mi viejo que tiene motor nuevo, quizás no coman mis padres por unos meses, pero la niña de los ojos de mi progenitor no podía quedar desahuciado!).
Cosa notable (ameritaría una investigación que no haré ahora y quizás nunca) es el estilo bastante inglés de la mayoría de las casas antiguas del Tigre.
Como esta:
(La inclinación de las imágenes podría haber sido corregida, pero es divertido testimonio de que fueron sacadas desde un barco que se movía a la enorme velocidad de 5 nudos :-)
Pero clara muestra de lo que hablaba al principio, ese notable cambalache de nacionalidades, es lo que se ve en esta otra casa.
Estilo inglés, ubicación latinoamericana y...
bandera vasca flameando con orgullo en un lugar bien visible.
Mención aparte merece el majestuoso Tigre Hotel, antiguo lugar de reunión y veraneo de las clases altas porteñas, ahora devenido museo de arte. Su estilo es más bien ecléctico, creo yo.