La frase del título que me resuena desde hace días al pensar en las fotos que ahora quiero mostrar me hace pensar también irremediablemente al título de Poe "El pozo y el péndulo". No sé porqué será... el inconsciente que me traiciona y ensombrece esta vital experiencia de compañía gatuna.
La calidad de las fotos es muy mala, digamos que son testimoniales (¿eso me disculpa?), porque las voy sacando con el teléfono durante horas y horas de compartir el escritorio con mi gata.
Hay momentos que son de lucha vehemente por el territorio.
Otros en que su placidez me conmueve tanto, como envidia me produce su sueño mientras yo sufro y velo.
¿Acaso no es esto demasiado? |
Y también hay momentos en los que reina la armonía y cada una encuentra su lugar.
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Entre otras vicisitudes de nuestra convivencia continuada, tuve la peregrina idea de traer un nuevo habitante.
Primero hubo sorpresa, desencanto, más bien.
Luego, curiosidad irrefrenable.
Y por fin, una queja sostenida e implacable.
La visita no duró más que unos 5 minutos. Hubo que repatriar al invasor bajo amenaza de que nuestro territorio común se viera inundado por hábiles y peludas patitas disconformes con la situación.
Pero bueno, aquí seguimos y seguiremos al menos tres semanas más. Haciendo lo mismo todos los días.
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Ahora, una prueba para descubrir optimistas o pesimistas:
Eso que se ve ahí en la pantalla,
¿es una hoja medio llena o medio vacía?
¿es una hoja medio llena o medio vacía?
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Cada tanto, la gata se dedica a empollar la impresora para cuando por fin vaya salir de ahí la versión final de esta tesis.
Y volvemos al principio, porque "el 10 de agosto, el 10 de agosto" –LA fecha límite– retumba en mi cabeza como el nevermore de Poe.