Desde el año
pasado me dediqué a disfrutar una de tantas lecturas que no había hecho antes
y –con intervalos para no empalagarme– fui leyendo todas las novelas Jane
Austen. Claro que había visto montones de adaptaciones en el cine y la televisión
(Mr. Darcy se ha fijado en mi mente como Colin Firth y eso no me molesta en lo
más mínimo), pero nada se compara al placer de leerla. Las sutilezas, la
ironía, el humor –la inteligencia, al fin– de sus observaciones sobre
personajes y situaciones que son al mismo tiempo imposibles de creer cercanos y
que sin embargo vivimos como propios, me resultó maravillosa.
En las
protagonistas de Austen, la preocupación por casarse es siempre parecida, pero asombra
la amplia paleta de tonos y matices diferentes con las que pinta a cada una de ellas;
al punto de que en cada una su problemática vital parece distinta. Y de hecho
lo es.
La semana pasada terminé
el ciclo de las grandes obras leyendo Persuasión,
novela que Austen no llegó a publicar en vida y a la que según dicen los
críticos tampoco llegó a re-corregir, como con las otras. Se nota en esta
novela una mirada distinta: la protagonista ya no es tan joven, sino que está a
punto de convertirse en una solterona porque perdió una oportunidad anterior y
ahora tiene 27 años (¡horror!), tampoco hay aquí ninguna condescendencia con la nobleza,
sino todo lo contrario, porque los más ridiculizados son quienes están pendientes de
las tiranías del estatus social marcado por la sangre.
Es verdad que le
falta a esta novela la complejidad en la trama que tienen otras como Orgullo y prejuicio, Sensatez y sentimientos o Emma, pero me quedé fascinada con AnneElliot, su protagonista. Mientras tenía el placer de que nos presentaran y
disfrutar de su amistad ficcional, volví a pensar en el asunto del último post
y del comentario que me había hecho Paula. ¿Con qué tipo de héroes y heroínas nos
identificamos? ¿Cómo va cambiando con los años la imagen de nosotros mismos que
vemos reflejada en la ficción? No lo sé, pero descubrí que Anne Elliot es mi
heroína favorita de Jane Austen.
Lo que pensé con Persuasión es que resulta algo muy
distinto identificarse con un personaje que tomarlo como modelo. Creo que
muchas de nosotras nos creemos parecidas a Elisabeth Bennet (la protagonista de
Orgullo y prejuicio), todas queremos ser tan ácidas, agudas e inteligentes como ella, queremos creer también que sus
actitudes y posiciones frente a los demás son las que nosotras mismas tomaríamos
en situaciones semejantes.
No es eso lo que me pasó con Anne Elliot; ella es
como quisiera ser. Anne es el modelo perfecto: práctica, sensata, compasiva,
útil a los demás, pero nada ingenua y con una mirada crítica admirable para los
demás y para sí misma. No estaría nada mal recordar a Alonso Quijano e intentar
emular al modelo, con mejor suerte y criterio, eso sí.
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Yo, casi a la edad de Anne Elliot yendo en tren hacia Bath donde sucede gran parte de su novela. ¡Qué terrible, cuánta juventud pasada! |
Hablando de "Anas", todo lo contrario
me sucedió con otra lectura nunca hecha hasta ahora, Ana Karenina. A esa Ana desde antes de
la mitad de la novela ya quería verla debajo de las vías de un tren. Por suerte
Tolstoi cumple y después nos deja terminar la novela con muchas
páginas finales sobre el querido Kostia Levin.