El otoño cada vez llega más tarde a Buenos Aires. El año pasado se demoró hasta los primeros días de abril, este año parece que recién en mayo empezamos con el fresquito.
La mayoría de los puestos de la calle Defensa vendía chucherías nada destacables. Lo que sí sobresalía era la mugre de las calles, la ciudad está cada vez más sucia.
Había algunos lugares de remanso, por suerte y ahí encontramos además muy buenos artesanos. Entre ellos, un joyero fantástico, al que apenas pueda le voy a comprar algo.
Cande le deja unos billetes a los chicos de la banda de Jazz que la miran divertidos por su mezcla de vergüenza y sofisticación |
Y en la esquina de Balcarce y Estados Unidos, el café Rivas, resultó un lugar perfecto para terminar el paseo.
Esta placa
señala el vértice S.E.
de la ciudad de Buenos Aires
en la época de su fundación
por don Juan de Garay
el año 1580.