…si lo que es más preciado se esconde y lo más vil se deja expuesto,
¿acaso no es evidente que la sabiduría que se prohíbe ocultar es más vil que la locura que se manda esconder?
Erasmo, Elogio de la Locura

24 abr 2014

My mistress' eyes


El tono algo burlón o disruptivo de los tópicos al uso es lo más destacado del soneto 130 de Shakespeare. Por eso creo que hasta ahora no escuché mejor versión que la que hace aquí Stephen Fry



My mistress' eyes are nothing like the sun;
Coral is far more red than her lips' red;
If snow be white, why then her breasts are dun;
If hairs be wires, black wires grow on her head.
I have seen roses damasked, red and white,
But no such roses see I in her cheeks;
And in some perfumes is there more delight
Than in the breath that from my mistress reeks.
I love to hear her speak, yet well I know
That music hath a far more pleasing sound;
I grant I never saw a goddess go;
My mistress, when she walks, treads on the ground.

And yet, by heaven, I think my love as rare
As any she belied with false compare.


La voz de Alan Rickman emociona como siempre, retumbando en todo el cuerpo, pero no es mi forma preferida de interpretar el soneto.



Y, para cambiar totalmente el ángulo, Catherine Tate, en su personaje de adolescente insoportable, Laureen Cooper (en el minuto 4:34)



Por último, hay que decir que, aunque se sigue discutiendo quién la dark lady destinataria de esta serie de sonetos, algunos no tenemos ya ninguna duda:

18 abr 2014

Conversaciones






Y del cielo y la tierra también.



16 abr 2014

16 de abril o los viajes espacio-temporales a bordo de una grey box


Estaba revisando unos volúmenes antiguos (para una tarea de catalogación que nos encomendaron junto a mi amiga Eleonora en el Instituto de Filología) y di con los cuatro tomos El evangelio en triumpho o historia de un philosopho desengañado. No tenía idea de qué era esta obra y ni noticias de su autor, que no figura en la portada ni en otra parte del volumen


Como se ve, con letra moderna alguien había anotado en lápiz el nombre de Pablo de Olavide, pero todo eso seguía sin decirme nada (¡oh, ignorancia! o, como decía mi abuela paterna, "el que no sabe es como el que no ve"). Así que empecé a leer el prólogo para enterarme de qué se trataba. Si la computadora que me asignaron hubiera funcionado en ese momento, habría encontrado los datos del libro en un instante, pero se aprecia en esta circunstancia fortuita cuánto más fructífero es a los perezosos o vagos (ejem, ejem) carecer de atajos informáticos para paliar la curiosidad.

Me sorprendió, en primer lugar, el comienzo de la historia personal del libro en el prólogo, situado en un lugar y fecha tan sonados: París 1789. Y, por supuesto, la mirada del español sobre la Francia de la época (el siglo XVIII español es un misterio para mí).
"Un destino tan triste como inevitable me condujo á Francia: mejor hubiera dicho, me arrastró. Yo me hallaba en París el año de 1789: y vi nacer la espantosa revolución que en poco tiempo ha devorado uno de los más hermosos y opulentos Reynos de la Europa. Yo fui testigo de sus primeros y trágicos sucesos; y viendo que cada día se encrespaban mas las pasiones, y anunciaban desgracias mas funestas, me retiré á un Lugar de corta población."



Así pues, la cuestión de las fechas quedó tintineando en mi cabeza mientras seguía leyendo el relato de este español que escapaba del Terror en Francia especialmente horrorizado ante el sacrílego abandono de la Religión 
"La iglesia en la que celebrábamos todos los días los terribles Mysterios, fué transformada en Templo profano que llamaron de la Razón"


¿Quién era el autor? ¿Qué hacía en Francia en esa época?


Luego seguía con la idea que evidentemente dio nacimiento al libro: debería haber una obra que explicara los fundamentos del Cristianismo: no para indicar lo que hay que creer (para eso ya están los catecismos) sino para dar cuenta y justificar el porqué es justo sostener esas creencias. 
[Los catecismos] "No explican los motivos de nuestra creencia, ni exponen las razones evidentes y los incontrastables fundamentos en que estriba la Religión Christiana, y que convencen de su Divinidad y certidumbre."

Sigue lamentándose por la ausencia de tal libro, que presenta como de utilidad manifiesta para revertir el proceso que se había iniciado en Francia (casi como el arma más poderosa de la contrarrevolución), que se une a su reconocimiento como hombre poco preparado para escribir él mismo semejante obra.


Sin embargo, por fin llega el turning point de este conflicto y he aquí lo que me produjo a mí la mayor impresión (idiota e intrascendente, pero también de eso se trata este blog): todo empezó a cambiar cuando su escondite fue descubierto o cuando el poder lo quiso apresar; y aparece aquí la otra fecha precisa que se menciona en el prólogo: 
"En la noche del 16 de Abril de 1794 la casa de mi habitación se halló de repente cercada de soldados, y por órden de la Junta de Seguridad general fuí conducido á la prisión de mi Departamento."


Tuve que mirar mi reloj para confirmar la fecha (a veces me pierdo), pero sí, estaba leyendo eso justo, justo, otro 16 de abril y justo, justo 220 años después.

El autor sigue hablando de coincidencias, como la que yo también experimentaba entonces, porque tuvo la suerte o providencia (todo es válido en el tópico del manuscrito encontrado) de dar en la prisión con un escrito que le venía como anillo al dedo para la obra que tanto necesitaba "la Francia" y la cristiandad.
"Pero el Cielo que favorece las buenas intenciones, dispuso que en la misma prisión tuviese en mis manos un manuscrito que contenía la historia reciente de un Philósopho muy conocido en una serie de cartas escritas por él mismo y por algunos de sus amigos."

En fin, como se imaginarán, el manuscrito encontrado de las cartas del Filósofo de estos tiempos será el cuerpo de la obra (le dio para 4 volúmenes ¿cómo se conservaría algo así en la prisión francesa?), en la que se recorre el paso desde la incredulidad racionalista hasta el convencimiento religioso, todo a través de las cartas de los personajes que mezclan la discusión filosófica con algunos relatos novelescos del acontecer de sus vidas. O al menos eso vislumbré hojeando un poco las páginas de la obra, que cuenta además cada tanto con algunos grabados muy del estilo de fines del XVIII para ilustrar las escenas novelescas. (Creo que hay 6 grabados por volumen, porque esa cantidad conté en el primero y hay al final de uno de ellos una anotación en lápiz de algún librero que dice "4 volúmenes con 24 grabados").

[Dejo aquí las paginas restantes del prólogo]

  

  



Mi apreciación de la obra se mostró congruente con los datos que encontré después por internet. Además de señalarme otra vez mi ignorancia –porque se trata de una obra de un enorme éxito entre finales del XVIII y principios del XIX–, pude conocer lo que no imaginaba de su curioso autor, Pablo de Olavide (también tan notablemente conocido que se ha creado hace pocos años una nueva universidad española que lleva su nombre).

Pablo de Olavide sin duda merece unas notas aquí, para que me quede constancia de su persona, en estos apuntes digitales que la red me guarda, y para que quienes, como yo, tampoco lo conocían se interesen en él. 

En esta página y en wikipedia (y aquí, una noticia más escueta) me entero de la vida de este criollo de familia rica, nacido en Lima a principios del siglo XVIII con una rapidísima carrera académica y muy precoces puestos en la administración del virreinato; su escandalosa huida de América, perseguido por deudas y acusado de desfalcos, con juicios que lo siguieron hasta España y que lo habrían sepultado en la cárcel si no lograba un casamiento más que ventajoso con una viuda veinte años mayor y por supuesto rica; sus viajes por Europa (no tan frecuentes en los españoles de su tiempo) y sus íntimos contactos con lo más preclaro de la intelectualidad francesa que lo llevó a ser perseguido por la Inquisición por introducir libros prohibidos en la Península; su necesario exilio en Francia por acusaciones de herejía, convirtiéndose en casi el único intelectual "español" (aunque recordemos que era americano de nacimiento) respetado por sus pares franceses (íntimo amigo de Voltaire); y, como vemos en las páginas de este prólogo, desanimado por las derivaciones radicales de la Revolución Francesa. Al parecer, con esta obra que apareció anónima pero que tuvo numerosas re-ediciones en poco tiempo, logró "comprar" su vuelta a España y el acogimiento como arrepentido al redil de la ortodoxia religiosa. [Aquí un breve comentario sobre ella.] En los últimos años de su vida (primeros del siglo XIX), publicó en España bajo el seudónimo de Anastasio Céspedes y Monroy.

[El armario gris donde se guardan los volúmenes del Tesoro en la biblioteca del instituto funcionó para mí esta vez como una querida y famosa blue box]

10 abr 2014

Inscripciones II

Hay nombres, marcas y carteles que llaman la atención al viajero, especialmente a los andan siempre buscando idioteces divertidas.

Casos en los que el idioma diferente juega como instrumento de humor (bastante tonto, como de estudiantina, sin duda).

En Brasil, demostramos una gran fijación que podría ser las delicias de un freudiano. 


Una marca muy conocida en Brasil que se tendrá que cambiar el nombre si quiere venir a la Argentina



Pero también están estas cuestiones tan curiosas del catolicismo que no sabemos si se siguen manteniendo en pie.


"El santo pontífice León XIII concedió 100 días de indulgencia una vez por día a quien besara esta cruz conmemorativa y rezara un padrenuestro (1900-1901)"
Iglesia de la Candelaria en Río de Janeiro








Casos hay de modernización de los medios pero continuidad de las prácticas.

Belgrano (o Palermo) frente a la iglesia de San Benito Abad


Otras veces llama la atención la mezcla entre lo formal y lo familiar.




En uno de los bancos de la iglesia San Gabriel Arcángel de Tapalqué (Provincia de Buenos Aires), los sobrenombres cariñosos son muy tiernos ahí.

Pero sin duda, el mejor ejemplar adquirido en nuestra cacería de los últimos meses es esta advertencia irrealizable a la entrada del camping de Tapalqué.

"Prohibido el ingreso al camping de todas las personas que no estén en el mismo" Camping de Tapalqué
¿Cómo hace uno para entrar si no está ya adentro y para qué va a querer entrar si ya está ahí? Trampas del lenguaje, casi como en la paradoja del mentiroso, el cretense que decía que todos los cretenses eran mentirosos...  O en su realización cervantina tal como se lo plantean a Sancho para burlarse de él cuando es gobernador de la "Ínsula Barataria":

—Señor, un caudaloso río dividía dos términos de un mismo señorío, y esté vuestra merced atento, porque el caso es de importancia y algo dificultoso... Digo, pues, que sobre este río estaba una puente, y al cabo della una horca y una como casa de audiencia, en la cual de ordinario había cuatro jueces que juzgaban la ley que puso el dueño del río, de la puente y del señorío, que era en esta forma: «Si alguno pasare por esta puente de una parte a otra, ha de jurar primero adónde y a qué va; y si jurare verdad, déjenle pasar, y si dijere mentira, muera por ello ahorcado en la horca que allí se muestra, sin remisión alguna». Sabida esta ley y la rigurosa condición della, pasaban muchos, y luego en lo que juraban se echaba de ver que decían verdad y los jueces los dejaban pasar libremente. Sucedió, pues, que tomando juramento a un hombre juró y dijo que para el juramento que hacía, que iba a morir en aquella horca que allí estaba, y no a otra cosa. Repararon los jueces en el juramento y dijeron: «Si a este hombre le dejamos pasar libremente, mintió en su juramento, y conforme a la ley debe morir; y si le ahorcamos, él juró que iba a morir en aquella horca, y, habiendo jurado verdad, por la misma ley debe ser libre». Pídese a vuesa merced, señor gobernador, qué harán los jueces del tal hombre, que aún hasta agora están dudosos y suspensos, y, habiendo tenido noticia del agudo y elevado entendimiento de vuestra merced, me enviaron a mí a que suplicase a vuestra merced de su parte diese su parecer en tan intricado y dudoso caso. (Quijote, II, 51)